Llegó su hora, el iPad Pro de 12,9” ha ido a parar a mejores manos. Me he desprendido de él muy a pesar mío porque, no me avergüenza decirlo, es uno de los productos que más me gusta de Apple. Pero hay que ser prácticos y en mi trabajo diario necesito más un ordenador que un iPad y eso es porque el SO de la tableta todavía está algo verde. Trabajo en diseño web y se hace tedioso maquetar una web desde el iPad porque muchos plugins no están configurados para ser utilizados desde este dispositivo. El SO del iPad tiene otras deficiencias claro está, deficiencias que no voy a entrar a detallar ahora, sólo indicar que esa falta de madurez del sistema operativo es el que me ha hecho saltar a un portátil. Y es una pena, en serio, es la primera vez desde que salió el iPad que estoy sin uno de estos dispositivos.
Aprovechando que Apple acababa de anunciar sus nuevos portátiles con chip M1, decidí dar el salto y comprarme el MacBook Air con 16Gb de RAM. No me arrepiento de nada, es un portátil magnífico que funciona a las mil maravillas. Es rápido, mueve con soltura programas de diseños gráfico, no se calienta nada y es silencioso. Me encanta que se active al instante y que pueda acceder a mis contraseñas con sólo tocar el touch ID.
Quizá la parte más negativa y que muchos echan en falta es su escasez de conexiones, sólo tiene 2 Thunderbolt/USB 4 (el usb C que todos conocemos), pero a mí personalmente me sobra. Compré en Amazon unos conectores usb A a usb C (venían 3) y de ese modo puedo usar mis pendrives antiguos. Y si quieres más conexiones por un precio de menos de 40€ puedes hacerte con un hub que disponga de más conexiones e incluso una entrada RJ45.
Y para finalizar este post os pudo prometer y prometo que el día que me salga el dinero por las orejas, me compraré de nuevo un iPad.